Hace unos años, si hubiera escrito este artículo, hubiera tenido otro tono y también otro contenido. Antes era quizás más de endulzar la realidad, de poner en algodón la retroalimentación para que esta fuera mejor aceptada. Ahora ya no, me he radicalizado, pero en todos los aspectos, el positivo y el negativo.
La semana pasada estuve trabajando con uno de mis clientes el dar y recibir feedback, es decir como nos decimos las cosas en los equipos cuando van bien y también cuando van mal. Cómo damos nuestra opinión de los hechos. Desafortunadamente, muchas veces en las organizaciones (¡y también fuera de ellas!) sólo se dice lo que va mal, y así nos va. Al final todo son bombas. Cuando digo que me he radicalizado en lo positivo es que siempre que se pueda se debería hacer crecer al otro haciéndolo sentir bien y dando opiniones positivas. Más adelante verás porqué.
Toda retroalimentación se hace imprescindible para crecer, tanto, cuando es positiva, es decir, obtenemos un reconocimiento por haber hecho las cosas bien, como cuando es negativa, las cosas no han salido como esperábamos pero queremos que vayan mejor. Así que deberíamos podernos decir las cosas claras para una mejora, para seguir creciendo, para seguir aprendiendo si queremos que las cosas nos salgan mejor la próxima vez.
Eso si, tiene que haber este fondo, damos feedback al otro, como una oportunidad de hacer las cosas mejor, no como una puñalada. Parto de este nivel, no debería existir otro. También a la hora de recibirlo, debo tener esta perspectiva, para recibirlo de una manera sana, como un regalo que me está dando el otro.
A veces no decimos lo que pensamos por no herir al otro, a mi compañero, a mi jefe, a mi amigo, o a mi pareja, no controlo como se lo va a tomar, y casi es mejor que me calle (de momento, porque habrá seguro un momento que explotaré y me saldrá en un peor formato). A veces pasa al contrario, hay personas que se sienten con el derecho de pactar con su boca cualquier puñalada, pensando que el otro es un saco de boxeo, y que ni siente ni padece.
A la hora de recibir, sucede lo mismo. Y ahora me refiero al feedback negativo (porque el positivo a todo el mundo le gusta recibirlo). Hay personas que se lo toman muy bien, como una oportunidad de mejora, para hacer las cosas mejor la siguiente vez, como un aprendizaje, porque quieren un bien común (mejores resultados para la empresa, mejores relaciones con los otros, o lo que fuere). Y a la vez, hay las personas que se sienten atacadas, amenazadas, y es aquí cuando se reacciona en formato conflicto, y de forma algo primitiva porque no hay un control emocional, y se devuelve con la misma fuerza o incluso superior de como se ha sentido amenazado, para protegerse, defenderse de algo, que sólo ha vivido el que recibe el feedback, ya que al fin el otro sólo quería que las cosas fueran mejor (o eso espero).
Es importante en el feedback (o retroalimentación, o cuando damos nuestra opinión sobre algo), que tengamos en cuenta que existen tres dimensiones importantes (Smart Feedback, 2017). Una dimensión es la verdad (los hechos, algo objetivo, lo que es o lo que ha sido), otra dimensión es la identidad (como afecta esta verdad a nuestra identidad, a nuestro ego) y por último, está la dimensión de la relación (quién te está diciendo el que).
Repito, damos feedback para mejorar la situación, parto de la base que queremos lo mejor para el otro, lo mejor para la empresa, o para los diferentes implicados si la situación afecta a más de uno. No vamos a joder. Si quieres dar feedback para hacer daño a alguien, te lo callas. Queremos cambiar las cosas a mejor, aprender de lo sucedido y seguir creciendo. Partiendo de esta idea, ¿porque nos lo tomamos tan mal? ¿porque no aceptamos que alguien nos diga que no lo hemos hecho bien? Te lo cuento, cuando alguien nos dice la verdad, esta no nos afecta. Lo que nos afecta es lo que hay detrás, la interpretación que estoy haciendo yo de los hechos, y de cómo me está afectando a la identidad y también la relación.
Pongamos un ejemplo, viene mi jefe y me dice que no he redactado bien la propuesta para un cliente. Esto, no debería afectarme, pues me puedo equivocar y él me está dando la posibilidad de corregirlo, o de hacerlo mejor. ¿Pero porque no lo aceptamos? Porque en mis adentros, lo que me está afectando es mi autoestima, que soy un mal profesional, que soy un incompetente o no se que ostias. Y también me afecta la relación, que me lo diga mi jefe, porque seguramente si me lo dijera mi mejor amigo me lo tomaría de otra manera.
También es cierto que a veces quien da el feedback, no sabe puntualizar, poner en contexto, hablar de la verdad, un hecho en concreto si no que lo regala en formato, eres un desastre, siempre la cagas, no deberías ser así, contigo no se puede confiar. Y es aquí donde está haciendo sentir mal al otro (queriendo o no, pero si el otro lo percibe así, primera le estás haciendo daño y segundo, su actitud será muy distinta, cambiará radicalmente).
Si aprendemos a darnos la opinión sin atacar, para un bien común, apelando solamente a la verdad, sosteniendo la identidad del otro y no mezclando la relación que se tiene, podríamos ser más sinceros y esto nos conectaría más. Si queremos equilibrar la retroalimentación, no hace falta que busques algo positivo para equilibrar, tan sólo equilíbralo con la identidad y no mezclando la relación. Pruébalo y reflexiona acerca los resultados.
Al principio del artículo te hablaba de no endulzar la realidad, porque creo que si algo no va bien o la hemos cagado se tiene que poder hablar claro, alto y de forma transparente y sincera, pero también te diré, cuando las cosas van bien, regala el feedback positivo, asegúrate que la otra persona tenga la identidad bien, sana, fuerte y firme, con confianza y con una buena autoestima, porque si solo le reconoces lo que está mal, la estás hundiendo, tal cual. Y esto no le beneficia ni a al otro ni al objetivo común. Desde aquí, no esperes que te devuelva la mejor de sus actitudes, sólo se protege, del dolor que aquella opinión le está causando.
Si queremos seguir creciendo como personas y como profesionales, necesitamos el feedback, además muchas veces es información que nosotros no vemos y nos ayuda a crecer, eso si, necesitaremos humildad, mentalidad de aprendiz y voluntad de mejora.
¿Sientes que sabes dar bien el feedback? ¿Y recibirlo? ¡Te leo en las redes!