Tareas A. Revisar los mails. Cerrar las visitas. Preparar propuestas. Reclamar al otro departamento pedidos. Atender a las llamadas. Atender a los colegas. Reunión de departamento. Imprevistos. Todo lo solicitado para ayer. Algunas tareas más, no contempladas. Más videollamadas. Retrasos. Proyectos con fecha de vencimiento. Todo el día apagando fuegos. Prisas. Estrés.
Tareas B. Las reuniones creativas. La planificación del año. Revisión de los procedimientos actuales. Mejoras. El establecimiento de objetivos a largo plazo. Revisión de la visión. Acciones alineadas con los valores. Contribución. Conocer nuevos proyectos de otros departamentos. Cultivar relaciones. Ver las tendencias y cómo puedo innovar. El espacio para la formación. Entreno emocional. Espacio para el crecimiento. Plenitud. Bienestar. Calma.
¿A cuál de las dos tareas le damos prioridad? A las tareas A. ¿Y porque si lo que nos hace sentir bien son las tareas B? Porque detrás de todo comportamiento humano hay una motivación y esta es la necesidad de aliviar el dolor o el deseo de obtener placer, y esto dirige toda nuestra toma de decisiones. El cerebro siempre busca una recompensa inmediata. Una inyección de neuronas de placer.
Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía, en su libro Pensar rápido, Pensar despacio, nos define dos tipos de pensamientos: el rápido (el de supervivencia, patrones de comportamiento rápido, el piloto automático y el 90% de pensamientos), y el lento (donde profundizamos en el pensamiento, planificamos y razonamos). Y este último requiere disciplina. Es decir, un esfuerzo consciente por nuestra parte.
El pensamiento rápido en el que nos movemos la mayor parte del día, es el primitivo, el de supervivencia extrema, el que busca aliviar el dolor o el placer de forma inmediata. Ahora. Queremos recompensas y las queremos ya. Es el pensamiento que más influencia tiene en el ser humano.
Cuando nos enfocamos a las tareas urgentes (que no importantes) y las sacamos adelante, nuestra mente recibe las recompensas de forma inmediata. Es la gratificación inmediata. Y somos adictos a ella. Cuando le dedicamos espacio a lo importante, la mente no recibe recompensa ¡no vemos los resultados al momento!, por lo que lo fácil, es aplazarlo.
Nuestro principal reto es una mente disciplinada que le sepa dar espacio a lo importante, porque esto es lo que nos llevará a conseguir nuestra visión, a la mejora constante, al crecimiento, a sentirnos motivados y plenos, a enfocarnos a un sentido y a vivir con un estado más óptimo en la empresa. Las tareas B tienen que ver con los resultados y contribuyen a alcanzar nuestras metas más elevadas (visión, valores). Eso si, requieren de iniciativa, proactividad y fuerza de voluntad, sentir un gran deseo para que las cosas ocurran. Lo fácil es estar en lo urgente. Y esto desgasta.
¿Qué hábitos podrías instaurar en tu empresa que de hacerlo regularmente, representaría un enorme impacto positivo en ella?
Sólo tomando consciencia de lo importante tomaremos consciencia para crear nuevos hábitos que nos lleven a ello.
El principal objetivo debe ser luchar contra el ahorro de energía al que tiende el cerebro. Evitar la dependencia que tiene el cerebro a las rutinas automáticas. ¡Hasta el 90% de lo que sucede en nuestras vidas es repetitivo! ¿Son los hábitos que tenemos los adecuados para alcanzar las metas que queremos? ¿Nuestra visión? ¿Para ser la organización que deseamos?
Si quieres un cambio en tu organización (y tiene que haber un ardiente deseo para ello), rompe con algunos hábitos e instaura aquellos que te permitan crear un futuro deseado. Te costará un esfuerzo que sin duda se verá recompensado. El éxito para realizar cambios organizacionales radica en sustituir algunos hábitos por otros que nos lleven a mejores resultados. Acostumbrar a la mente a ello (aunque al principio se resista al cambio).
¿Cuál es el futuro deseable de tu organización? ¿Cuáles son las metas a largo plazo? ¿Cómo quieres vivir y que quieres sentir en el día a día? ¿Qué estado de ánimo quieres promover? ¿A qué le quieres dar espacio?
Anhelamos vivir con más sentido y no estamos dispuestos a darle espacio. El éxito es tomar consciencia de las acciones que nos lleven a la realidad deseada y no permitir que las circunstancias determinen la configuración de nuestra empresa. Nos inundamos de tareas A y no tenemos tiempo para las tareas B. Y así pasan los días, los meses, los años. Así pasa la vida.
Así que para un momento. Respira. Piensa en lo que es importante. Y adelante.
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