Es un derecho fundamental y queda reflejado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que <todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión>. Si, es un derecho fundamental que tenemos como seres humanos, pero hay una gran distancia entre el dicho y el hecho, y más en entornos corporativos.
Oigo a menudo en las empresas, expresiones como <no voy hablar de política en mis redes sociales ¡imagínate que lo ve la directora de recursos humanos!, tampoco voy a hablar con mi compañero sobre religión ¡él es muy radical!, y con mi jefe ¡de fútbol menos! y por supuesto de sexo tampoco… ¿porque? ¡si es conflicto asegurado!> Esta es una realidad que se da tanto en entornos personales como organizacionales. No expresamos abiertamente lo que pensamos y esto provoca una falta de autenticidad y muchas veces incongruencia con nosotros mismos.
Y es que histórica y culturalmente, también se nos ha enseñado que no se debe hablar en público sobre algunos temas que sabemos que, si hay opiniones encontradas, hay que evitar un posible conflicto, o bien, puede herir sensibilidades, no hacer daño, etc.. Pero ¿y si no fuera así?
Yo soy de la opinión que ¡decir lo que sentimos y pensamos nos da fuerza como personas y autenticidad, así que permítete ser tu! Naciste con este derecho 😉
Puede que no expresemos lo que sentimos por la falta de confianza en nuestras opiniones, por una baja autoestima, por el miedo a represalias -sean de la índole que sean-, por miedo a sentirse incomprendido, por una búsqueda constante de aceptación de los demás <si expongo mi ideología política puede que no me acepte mi compañero o que dejen de comprarme mis proveedores>, por no querer hacer daño al otro, etc. Hay muchísimas razones.
Bajo mi opinión, no expresar lo que sentimos o lo que pensamos nos limita, nos hace pequeños, mi invitación es que seas auténtic@, que brilles, que seas tú de manera natural y espontánea y que puedas transmitir siempre tu verdad.
Así que quiero compartir contigo algunas convicciones para comunicar siempre con autenticidad:
<Mi valor como persona no depende de mí ideología>
Asegurarnos una buena autoestima es fundamental para transmitir mis pensamientos y mis sentimientos. Cada persona tiene el derecho de pensar y de sentir a su manera, y es personal e intransferible. Si tu no juzgas a las otras personas por lo que piensan, estas tampoco lo harán cuando tu des tu opinión, que es tan respetable como la de todos.
<Te respeto, sea cual sea, tu forma de pensar>
Cada uno de nosotros tiene un patrón mental, debido a la programación neuronal y a los valores y experiencias que hemos vivido. Cada una de las personas tiene su verdad, y lo que para ti es sentido común, puede que para el otro no lo sea. Así que no te tomes como un ataque una opinión diferente a la tuya. Las opiniones encontradas no tienen porque ser sinónimo de conflicto y que automáticamente tengamos que discutir.
<Primero, es la conexión entre nosotr@s>
Ver la conexión humana como algo prioritario en un mundo con tanta injusticia y desigualdad, es el primer paso para asegurarnos nuestra evolución sana. Pero empecemos por uno mismo, ¿qué es más importante una idea o una persona? Una opinión encontrada no tiene por qué dividirnos siempre y cuando tengamos claro que la conexión entre las personas está por encima de las ideas de cada uno. La conexión y la relación con todo ser humano debe ser nuestra prioridad.
<Estoy aquí para construir mi idea, no para destruir la tuya>
Hablar con responsabilidad y desde lo que es tu idea y defender la misma y no atacar al otro, hará que esté más receptivo. El problema es que muchas veces lo enfocamos como una batalla. Comunícate de forma positiva y empoderadora, defendiendo lo tuyo sin necesidad de atacar a los demás, haz crecer siempre al otro y utiliza palabras de unión, conexión, paz… Asegúrate de no herir al otro.
<Tengo una mente abierta y curiosa>
Escucho atentamente las ideas de los otros con mucha empatía. Y recuerda, antes de ponerte en los zapatos de los demás, ¡debes sacarte los tuyos! ¡Ten la mente abierta, igual, hasta en la opinión del otro encuentras alguna verdad tuya!
<Haré para que te sientas bien, pero yo no soy responsable de tus emociones>
Tú no eres el responsable de las emociones del otro, pero si responsabilízate de dar tus ideas con respeto siempre hacia el otro. De verdad, ¿hace falta un insulto sólo por el hecho de que el piense diferente a ti? ¿Qué necesidad tienes de menospreciar al otro? Esto es sólo una necesidad de tu ego.
<Todos somos iguales y tenemos los mismos derechos, da igual nuestra ideología>
Humildad, no eres mejor por tener tu verdad. Se trata tan sólo de tu razón. Somos seres humanos y esto nos hace únicos. ¿Qué razón más necesitas para ver la grandeza en todo ser humano? Cada uno actúa con los recursos que tiene, siempre.
<Tú no eres tus pensamientos>
No te identifiques con tus pensamientos. No les des tanta fuerza ni credibilidad. Somos mucho más que todos ellos. Somos pura grandeza. No te limites ni limites a los demás. Nos empequeñece y ¿qué necesidad tenemos para ello?
Respetarse a uno mismo es libertad, respetar al otro es sabiduría, la conexión con todos los seres es grandeza, ¿vamos a por ello?
Más recursos sobre comunicación auténtica en nuestro training de Comunicación Auténtica en la empresa 😉
Y por último, para ti, que son primero las ideas o las personas? Yo lo tengo muy claro 😉 ¡Y me encantará leer tu opinión al respeto!