¡Pues si! A pesar de la información con la que se cuenta hoy, las herramientas que ofrecen las empresas como gestión y habilidades para directivos a través de programas de liderazgo, formaciones y procesos de coaching, los miles de libros que hay sobre la materia… Siguen existiendo jefes muy malos (con lo que conlleva la palabra, la maldad). Ayer en una sesión de coaching grupal fui testimonio de algunas prácticas que yo incluiría en un libro que se titulara <Las mejores prácticas de un mal jefe. Si quieres ser uno de ellos, no lo dudes, practícalas>.
¿Cual es la razón por la que lleva a un jefe a utilizar dichas prácticas? Yo lo relaciono todo con el miedo, con la envidia, con el orgullo… Se convierte en una búsqueda total de reconocimiento a costa de los demás, de compararse con otras áreas, otros departamentos y otros puestos directivos de un mismo rango. Y el resultado está claro, en la empresa, todos pierden. Excepto el ego de quien lo practica.
Cuando se escuchan testimonios reales de dicha competitividad es escalofriante, un ejemplo es un mando intermedio habla de un directivo realizando tal práctica <él mantiene a su personal ocupado con tonterías varias para no tener que ceder personal a otro director con su mismo rango cuando este si lo necesita>. Una vez más pienso que hemos perdido el norte.
Cuando entramos a una empresa para ceder nuestro talento es para un propósito de la empresa, un objetivo común con el que todos debemos alinearnos, como siempre se ha dicho, tenemos que remar en el mismo sentido, hacia el propósito que nos vincula a la empresa con el fin de ganar-ganar.
Un buen líder sabe rodearse de los mejores profesionales para que su equipo sea competente, pero no competitivo. Además hace crecer a la gente (personalmente, creo que es una de las mejores prácticas de persuasión para un equipo, motivado, proactivo, con iniciativa), creciendo así también a la empresa y a uno mismo. Forma parte del ganar-ganar.
Con la siguiente lista resumo las 10 mejores prácticas de un mal jefe, muchas de ellas las he vivido de jefes que he tenido, hecho causante de que al fin decidiera romper la relación con la empresa. Claro está el dato, cuando entramos a trabajar en una empresa normalmente es por el puesto y las condiciones que nos ofrecen, al romper la relación, un porcentaje elevadísimo es por las prácticas continuadas de alguna de estas que detallo:
1. No optimizar los recursos con otros departamentos. Los recursos son de la empresa, aunque estén imputados en un departamento u otro. Si se vuelve una práctica habitual lo mejor es reajustar procedimientos y adaptar los puestos de trabajo a nuevas necesidades. ¿Cual es el miedo? ¿Que los otros departamentos sean mejor que el de uno mismo?. Aprender de ellos y aprovechar mejores prácticas sería una herramienta a tener en cuenta.
2. Ocultar información a los empleados para después poder ser el propio jefe pueda justificarse diciendo que su equipo no sabe hacer las cosas, que no puede confiar en él, que no tiene gente preparada. El objetivo del jefe es buscar a toda costa ser imprescindible. Sentir y hacer ver que sin él, la empresa se hundiría. Regalar autonomía y ofrecer responsabilidades es una buena manera de empoderar al equipo.
3. Mentir a los empleados y no cumplir con promesas que se han hecho utilizándolas como una herramienta de manipulación. ¿Donde queda el uso de la persuasión? Si no se puede compensar al trabajador mejor no adelantar contraprestaciones, estas se giran siempre en contra.
4. El uso de la autoridad, el ordeno y mando, aún sigue siendo una práctica muy habitual que mata la creatividad y la iniciativa. ¿Que tal si en lugar de ordenar utilizamos la pregunta, el <que te parece si…> y además así ganamos el compromiso y la implicación?
5. No dejar que fluyan buenas ideas por no ser el autor de las mismas. ¿Es miedo a que el equipo sea mejor que uno mismo? Rodearse de gente extraordinaria es la mejor inversión, como decía Andrew Carnegie, <el secreto de mi éxito fue rodearme de personas mejores que yo>. Si crece un equipo, está creciendo a la vez el jefe y la empresa.
6. El mal jefe nunca escucha y siempre tiene la razón absoluta (y además cree que por eso es el jefe). ¿A caso no puede aprender de las personas de su equipo? Nuevas perspectivas, diferentes maneras de ver las cosas, enriquecen siempre a un equipo.
7. Deconfiar continuamente del trabajo de las personas de su equipo. La desconfianza desgasta y desmotiva. Asegurarse que uno sabe delegar, asegurarse de los recursos y motivación que tiene el equipo. No siempre las cosas se hacen como a uno le gustaría, esto está claro, pero abrirse a nuevas maneras de hacer las cosas, pueden aportar muchísimo valor, pues estas puede que hasta sean más productivas, o no, pero deben valorarse.
8. Utilizar el desprecio, los insultos, los agravios comparativos y la humiliación no debe ser tolerado en las empresas bajo ningún concepto. Ni en privado ni en público. ¿Quien se ha creído que es el jefe que hace uso de estas prácticas? ¿Alguien superior por tener un rango más elevado? Todos los trabajadores, antes de tener trabajadores y puestos asignados, son personas, y el respeto debe prevalecer ante todo.
9. Hacerse como propios los méritos de tu equipo, al ego, esto le va muy pero que muy bien. Pero con esta práctica sólo se consigue hacer más pequeñas a las personas de un equipo y que para próximas veces, no lancen sus iniciativas y buenas ideas.
10. No defender a su equipo cuando los resultados no son los esperados, y no tan sólo no defenderlo sino que además muchas veces lo que hace es eximir la responsabilidad y culpar al equipo por los resultados. El líder nunca se victimiza de los resultados. Además cuando los resultados si son favorables, el mal jefe si se los sabe atribuir de forma personal. Vaya.
Si tu también has tenido la suerte de aprender de las malas prácticas de un jefe, y las quieres compartir, ¡deja tu comentario!
Mil gracias 😉