Ayer por la mañana escuché en un podcast un tema habitual que hablo con mis clientes : si los equipos de trabajo y las empresas son familias. Y me reía cuando comparaban a la familia con una empresa, <¿Te imaginas diciéndole a tu madre que la cambias de puesto porque no cumple correctamente sus funciones? ¿O despedir a tus hijos porque no son productivos y contratar a otros hijos que lo sean más? ¿O diciéndole a tu hermano que se siente un momento que le vas a dar feedback de la cena de ayer?>. Yo no.
Y es que el compromiso y el vínculo emocional es diferente en una familia que en una empresa. En la empresa existe un contrato, las personas reciben una compensación económica a cambio de aportar todo su talento. ¡A cambio de ser el mejor de los profesionales!. No lo olvides.
Y pienso, que si no es así, las empresas tienen el deber de perseguir el mejor de los talentos, pues va en juego muchísimos elementos (el estar aportando a la sociedad, el crecimiento para asegurar la evolución de las personas y la empresa, el resultado para seguir existiendo como empresa, el ser un referente o ser la número 1, y demás).
Y no hablo de ser una buena persona (que esto ya lo doy por sentado) sino que hablo de ser un buen profesional. El mejor profesional.
Imagínate tu equipo de fútbol, que tiene un jugador simpático, sonriente, amigable, que cada mañana lleva pastelitos al campo, que se lleva bien con todos, pero que no lo da todo en el terreno de juego incluso va con cierta desgana. Además, ni marca goles, ni hace asistencias, ni paradas. ¿Querrías que lo mantuvieran en tu equipo sólo por ser buena persona? ¿Estarías permitiendo que se gastaran millones de euros sólo porque cae bien y sabe ganarse al resto? ¿O estarías pidiendo que se le sustituyera para poder fichar al mejor de los mejores? Puedo intuir tu respuesta. Y es que es un buen ejemplo para identificar que un equipo de fútbol, al igual que una empresa, tampoco es una familia.
Y podría ir más allá, imagínate que se está todo el día quejando, crea mal ambiente, no col.labora con los otros jugadores y además le da igual el resultado. ¿Lo seguirías manteniendo? ¿En serio?
El éxito de cualquier empresa -como el de un equipo de fútbol- está en tener y retener el mejor de los talentos, las personas que realmente aportan valor, que multiplican los resultados. Y el reto de los profesionales debería radicar en querer ser ese futbolista que otro equipo de fútbol quisiera tener.
¿En qué liga querrías jugar si estuviésemos hablando de fútbol? Plantéatelo. ¿En qué equipo querrías jugar? Plantéatelo. ¿Qué jugadores querrías tener a tu lado? Plantéatelo. ¿Qué jugador querrías ser? Plantéatelo. Y no va de sólo pensarlo sino de pasar a la acción para que así sea.
¡Así que a salir al campo! ¡Fuerza!
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