Yo fui a una escuela de las mejores que podría imaginar, sin duda, tenían los valores que mis padres defendían entonces. Sin duda, la mejor de las opciones y una buena escuela, o eso creía.
Pero esta escuela, aunque fuera especial, fue un espacio más donde no me enseñaron a utilizar el valor más importante que tengo, mi mente. Pues seguía también el modelo de escuela instaurado por la sociedad.
Ahora la pregunta que me hago es ¿porque fui a la escuela si no me enseñaron a pensar? Simplemente tenía que escuchar (¡y creer!) todo aquello que me contaban los profesores y luego se me evaluaba según si había aprendido lo que ellos querían. Sin cuestionarme. Y por supuesto sin la opción de dudar sobre lo que me enseñaban.
Estaba mal visto aquel niño o niña rebelde, quien era curioso, aquel niño o niña que se cuestionaba cada una de las cosas que nos decían. Simplemente el mensaje era muy claro: calla, cree lo que te digo que luego te voy a juzgar tu validez por si tu mente se ha quedado con lo que debe. Lo más importante de todo era ser obediente. Y sobretodo y para todo, pedir permiso, no fuera a ser que lo que se nos pasara por la cabeza fuera fruto de la espontaneidad, de la creatividad, de la locura y del pensamiento libre que tenemos cuando somos niños y todavía no nos lo han capado.
¡Pues si! Ahora apuesto per estos niños que son curiosos, que se cuestionan, que no se quieren creer todo lo que se les dice y que son rebeldes. Aquellos niños despiertos que no siguen al rebaño cual ovejas. El mensaje siempre ha sido sigue a la sociedad, sigue lo que dictan las leyes, lo que está bien visto, si no el precio es que te cataloguen como un bicho raro. Pues a mi, me encantan estos bichos.
Ahora voto por la rebeldía, por los niños que dicen no sin miedo a la desaprobación del otro, que se quieren y se respetan a si mismos, por estos niños, que no quieren tragarse todo lo que se les dicen, y ¡a la mierda la culpabilidad! Han jugado (y jugamos) mucho con ellos, no hagas esto sino papá se pone triste, no hagas aquello otro si no mamá no te va a querer, saca buenas notas, sino serás el tonto de la clase, no dudes del profesor sino te van a castigar, y mil cuentos más.
Lo peor de todo es que no tan sólo la escuela castiga sino eres uno más del rebaño, se practica en las empresas, te pago por obedecer, no por pensar -aunque vaya en detrimento del talento-, también lo hace la iglesia, no tengas relaciones sexuales antes del matrimonio o irás al infierno, así como la sociedad, ahora te toca tener pareja e hijos, ¡cuantos niños han nacido por que tocaba y no como una señal de amor y deseo de paternidad/maternidad-!, lo mismo con los gobiernos, no pienses, nosotros te ponemos las leyes para esto, sólo dedícate a obedecerlas, y también con nuestros padres, no digas esto que puedes herir al otro (¡como si la felicidad del otro fuera nuestra responsabilidad!), no hagas aquello que me estás avergonzando. En fin, no es fácil un pensamiento libre en esta cultura.
Lo más fácil es comermos con patatas todo aquello que nos dicen. No pensar. Obedece y serás aceptado. Y mi pregunta es, ¿porque lo que está bien visto es lo que nos han enseñado? Si me hubieran dicho que en la playa tenía que ir con las orejas tapadas, ahora iríamos con las orejas tapadas, si los piercings se llevaran desde pequeños en la nariz, ahora no habría prejuicios sobre ellos, si practicar sexo con un amigo fuera como ir a tomar café, no existiría la infidelidad, y así mil cosas más.
¡Enséñame a ser rebelde!, esto es lo que quiero que me diga mi hija, dame la confianza de pensar por mi misma, de que tenga opiniones propias e igual de válidas que las de los demás (¡y si me equivoco ya aprenderé!), quiero ser yo (no quien los demás esperan que sea), quiero confiar en mi, y que tu confíes en mi, en mi independencia, en mi autonomía, quiero pensar por mi misma, quiero tomar mis decisiones, quiero solucionar mis propios problemas, quiero ser libre, quiero saber lo que me hace feliz. ¡Enséñame a esto! Mamá, quiero ser yo.